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Cómo llega a la consulta psicológica un paciente con síndrome del estrés

El paciente llega al consultorio con una dolencia, con un malestar,  que no es más que la expresión en el cuerpo y en la mente de algo que le es disfuncional para adaptarse a las situaciones de la vida cotidiana.

Pero Todo se inicia en la conciencia, en la conciencia de ese malestar que puede expresarse como ansiedad, tristeza, angustia, miedo, etc.

El cuerpo es el vehículo  de la manifestación de esa dolencia, de ese malestar, de ese síntoma. Síntomas hay muchos pero la expresión del mismo es única en cada persona, debemos tener claro que no nos enfermamos de los que queremos sino de lo que podemos.

Cuando ahondamos en el proceso terapéutico siempre llegamos a la conclusión de que dicha sintomatología no es más que la expresión del estrés. Ese estrés que es parte de la vida cotidiana, que nos permite responder a la demandas del entorno y de nosotros mismos, pero también es aquel que nos pone a prueba, que pone en juego nuestros recursos de afrontamiento, nuestras experiencias y nuestra posibilidad de hacer frente a los hechos poniendo en juego nuevos recursos. Y allí es donde aparece ese síntoma, como la expresión visible de que algo está superando mi capacidad de respuesta frente a esa situación, y esta señal interrumpe nuestro funcionamiento habitual y nos obliga a indagar en busca de respuestas. El camino no es eliminar ese síntoma sino buscar su causa y para eso debemos apartar la mirada de él y buscar más allá. El paciente define su problemática a través de ese malestar aunque, debemos entender, que este significa mucho más que lo que es en sí mismo. El secreto es la función que está cumpliendo, en pos de que el paciente pueda adaptarse.

Debemos tener claro que lo que nos pasa en lo psicológico nos pasa en el cuerpo y viceversa. Somos una unidad, mente-cuerpo. Podemos intentar funcionar disociadamente en pos de responder a las exigencias de los otros y de nosotros mismos, no obstante, en algún momento esta modalidad de funcionamiento nos juega una mala pasada.

Si el paciente asume el desafío de prestarle atención a la señales de su cuerpo y a tener una comunicación fluida con estos síntomas, ellos serán guías infalibles en el camino de su salud.

El trabajo terapéutico implica ahondar en la función que está cumpliendo ese malestar y trabajar sobre los recursos de afrontamiento del paciente y su manera de interpretar la realidad a nivel de los pensamientos, de las emociones y de su modo de encarar filosóficamente las circunstancias de la vida.

Lic. Marianela Pía Bonomi