Sentir que no se tiene tiempo para nada, notar que te resulta complicado concentrarte, experimentar dificultades para dormir, estar inquieto, tener cambios de humor repentinos, ir al baño más de lo habitual, sufrir dolores de cabeza o estómago, ser consciente de tus latidos del corazón, estar permanentemente cansado, irritado o preocupado, o perder el interés por el sexo son síntomas que indican que una persona padece estrés.
En menor o mayor medida, la mayoría de las personas han oído hablar o han experimentado estrés. A veces resulta muy complicado que una persona reconozca que está estresada puesto que aunque lo suframos muchas veces no nos damos cuenta de ello.
Conocer qué es, cuáles son sus síntomas y cómo reaccionamos cada uno de nosotros a él, nos ayuda a ser conscientes de la situación que experimentamos, de manera que podamos poner en marcha medidas que puedan reducir el nivel de activación.
Del estrés estimulante al perjudicial
Ni todo el estrés es negativo, ni tiene porque ser desagradable. La tensión breve y que está bajo control puede ser placentera. El eustrés, o estrés positivo, nos ayuda a mejorar el rendimiento, proporciona estabilidad emocional y una mejor salud.
Sin embargo, no siempre supone algo positivo. El distress o estrés negativo implica una importante fuente de malestar. Cuando las circunstancias son impredecibles, no podemos controlarlas y somos incapaces de afrontarlas puede perjudicar seriamente nuestra salud.
Un ritmo de vida con efectos secundarios
Cuando el cuerpo experimenta mucha presión este se resiente y responde para hacer frente a la fuerza externa a la que se enfrenta. Tan importante es la causa como nuestra respuesta a ella. Qué situaciones vivimos y cómo las afrontamos va a determinar la respuesta final de nuestro organismo.
Las respuestas del organismo ante las situaciones que nos sobrepasan implican diferentes sistemas corporales como el inmunitario o el endocrino. El sistema endocrino es muy sensible a los agentes estresores y su alteración implica prácticamente la alteración de cualquier nivel hormonal.
Así, en situaciones desbordantes, la mayoría de las hormonas se ven afectadas. Algunas de ellas aumentan su liberación como, por ejemplo, las hormonas tiroideas, suprarrenales o hipofisarias. Sin embargo, no todas las respuestas hormonales implican activación. Por el contrario, hay hormonas que disminuyen, como es el caso de las sexuales.