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¿Por qué necesitamos despedirnos?

¿Por qué necesitamos despedirnos? En la vida pasamos por múltiples situaciones y etapas, ya sean buenas o malas, que nos toca afrontar.

Muchos de estos momentos incluyen el afrontamiento de un duelo, cuando alguien que ha sido importante en nuestra vida se marcha o fallece. Es decir, en la vida, aunque haya infinitas ganancias, también debemos afrontar numerosas pérdidas.

Desde el inicio de la historia, las sociedades y culturas de todo el mundo han desarrollado una diversidad de rituales a la hora de despedirse de los difuntos. Esto es así porque siempre se le ha dado una gran importancia al hecho de despedirse y de cerrar etapas. A través de los rituales le otorgamos valor a la persona que se ha ido, o a la etapa que hemos cerrado, y dignificamos ese momento vivido que ya forma parte del pasado.

En este artículo hablamos de por qué necesitamos despedirnos, especialmente de las personas, cuando su viaje a nuestro lado llega a su fin. Como veremos, las causas pueden ser diversas y, aunque cada persona es un mundo, hay explicaciones que son prácticamente universales… ¡No te pierdas nuestro artículo, donde te lo contamos todo!

La necesidad de despedirnos
Según la psicóloga Jara Estrella, despedirnos puede ayudarnos a cerrar heridas, y si no afrontamos este proceso, las heridas pueden permanecer abiertas o enquistadas, impidiéndonos avanzar.
La necesidad de despedirnos es casi innegable en la mayoría de las personas, aunque muchas lo evitan por temor o inmadurez. Pero, ¿por qué necesitamos despedirnos? Te traemos algunas de las posibles explicaciones a este hecho tan humano como necesario.

Dar valor a lo vivido
Intentando responder a la cuestión de por qué necesitamos despedirnos, una primera respuesta hace alusión a la parte más emocional del ser humano. En este sentido, las personas, cuando nos despedimos, estamos dando valor a una etapa vivida. Si bien es cierto que a muchas personas no les gustan las despedidas, e incluso las evitan, muchos de nosotros sí buscamos despedirnos de aquella persona o de aquella historia que no funcionó.

El hecho de buscar un cierre, un acto que dé por finalizada una etapa, en el fondo le está dando valor a ese período de nuestra vida. Así, las despedidas y las acciones que nacen de ellas (rituales, abrazos, actos de afecto y cariño, escritos…) dignifican esa etapa vivida o esa persona que ya no estará con nosotros.

Generalmente, nos despedimos de aquello a lo que le damos valor, y en cierta manera es una forma de decir: «Esto lo despido porque ha sido importante». Las cosas banales no generan tanta implicación emocional, y una despedida casi siempre conlleva este tipo de implicación.

“El duelo quizá reclame nuestra verdad más grande y hermosa: el valor del amor. Y nuestra verdad más trágica: la soledad radical que nos caracteriza. La muerte de un ser querido nos confronta irremediablemente ante el misterio de la vida. Nos impone silencio; y el silencio es vacío; y el vacío, reflexión inevitable”.
-Bermejo, J.C.-

Cerrar etapas
El acto de despedirse es, en realidad, un acto simbólico, que representa un cierre y un inicio -es decir, un cambio, una transformación-. Así, decir adiós puede ayudarnos a cerrar etapas. De hecho, cuando nos despedimos, no solo lo hacemos físicamente (con un abrazo, un gesto de adiós…), sino también emocionalmente (con una carta, por ejemplo).

Todo esto comentado tiene mucho que ver con el duelo; según Cabodevilla (2007), “el duelo se elabora sanamente según se va aprendiendo a recordar e integrar lo mejor de la relación con la persona fallecida” (o que simplemente ya no está en nuestra vida). De esta forma, despedirse no implica dejar de recordar a esa persona, sino aprender a vivir sin ella.

Empezar un nuevo camino
En línea de lo anterior, empezar un nuevo camino es otra de las respuestas a la pregunta de por qué necesitamos despedirnos. El hecho de cerrar una etapa, implica necesariamente empezar una nueva. Y eso solo se consigo cerrando ciclos, y despidiéndose de las personas que ya no estarán.

En este nuevo comienzo, deberemos afrontar una nueva etapa, que implicará gestionar nuestros propios sentimientos derivados de la pérdida (ansiedad, culpa, depresión…). Un buen ritual de despedida puede ayudarnos a empezar a gestionar todo el ajetreo emocional que nos sobreviene.

Curar heridas
Las despedidas nos permiten empezar a elaborar un duelo, y el duelo en sí mismo es el proceso que nos ayudará a iniciar la cura de las heridas generadas por la pérdida en cuestión. Cerrar etapas implica abrir los ojos a la realidad y aceptar que una etapa, buena o mala, ha finalizado, o que una persona que hemos querido ya no estará.

Curar heridas no implica olvidar a las personas que ya no están, sino poder recordarlas sin que nos duela o nos paralice completamente. En cierta manera, en un duelo o despedida, estamos recolocando los recuerdos en nuestra memoria para que las emociones asociadas a ellos sean más llevaderas, hasta que sintamos paz (y no angustia o dolor) al recordar.

Afrontar la realidad
Otra posible respuesta a por qué necesitamos despedirnos tiene que ver con el afrontamiento de la realidad. Despedirse implica aceptar lo que está sucediendo, aunque esto sea un hecho trágico o doloroso. Si no nos despedimos de las personas que se van de nuestra vida, o que fallecen, la dificultad de afrontar la nueva realidad será mayor. En este sentido, hablamos de afrontar tanto la realidad actual (la persona ya no está) como la realidad futura (la persona no volverá).

Por otro lado, cada persona podrá escoger cómo despedirse del ser querido, ya que no hay una respuesta universal para ello. Las despedidas, al igual que los duelos, son tan únicas como lo somos cada uno de nosotros. No hay despedidas más válidas que otras, lo que importa es poder decir adiós para poder cerrar un ciclo y empezar a sanar.

Por: Psicóloga Laura Ruiz Mitjana