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Cuando la emoción no se expresa, el corazón duele

No existe nadie capaz de mirarse y ver vacío en sí mismo, pues hasta el vacío tiene fondo dentro de todos nosotros. Estamos llenos de personas, momentos, detalles minúsculos que nos forman cada día como aquellas personas que somos.

Todos esas pequeñas grandes cosas nos hicieron grandes en algún momento de nuestra vida, incluso las ausencias: porque sé de gente que vive colmada de ausencias y hasta eso suena a estar lleno. Lo que ocurre es que también estamos repletos de emociones que nos duelen y cuando no se expresan el corazón no avanza.

Déjate oír, saca lo que te hace daño
Si hay algo que nos diferencia del resto de animales es la posibilidad de hablar. La palabra, además de poder ser nuestra herramienta de expresión más distintiva es también, a veces, la mejor cura que podemos tener para nuestro yo interior. Hablar es ponerle letras a aquello que sentimos, dándole un lugar.

En este sentido, una de las cosas que mejor nos van a hacer sentir siempre es agradecer la posibilidad que nos brinda la capacidad de expresarnos en voz alta para mostrar lo que duele, dejarlo salir y hacerlo marchar. Expresar lo que sentimos es una forma de liberarnos.

Cómo hacemos con nosotros cuando compramos un billete solo de ida a algún lugar: la expresión de nuestros sentimientos es la puerta de salida de todo aquello que no deja al corazón ser feliz.
“Quiero llorar porque me da la gana, como lloran los niños del último banco, porque yo no soy un hombre ni un poeta ni una hoja, pero sí un pulso herido que ronda las cosas del otro lado.”

-Federico García Lorca-