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Educar es una hermosa responsabilidad

Educar es una responsabilidad, un descubrimiento y un deber moral que adquieren los padres cuando deciden serlo. Un viaje maravilloso lleno de errores y aciertos que merece la pena afrontar.

Como buen padre o madre que eres, quieres lo mejor para tus hijos: que sean hombres o mujeres de bien, que no cometan tus mismos errores, que se valgan por sí mismos, etc. Pero, cuidado, si deseas la felicidad de tus pequeños tendrás que enseñarles algunas cosas personalmente; es decir, pasar a la acción.

¿Por qué personalmente? Porque aquello que nos enseñan las personas que queremos queda grabado de una manera mucho más profunda en nuestra memoria. Ya sea para bien o para mal, las enseñanzas que trasmitan las personas de referencia a un niño van a ser los pilares, las bases, con las que va a empezar a explorar el mundo.

Piensa que si no lo haces tú, lo harán otros a los que tu hijo les importará mucho menos. Hablamos, por ejemplo, de la televisión, de los videojuegos, de los libros… hablamos de cualquier medio por el que el niño pueda recibir respuestas a las preguntas que le surgen y que tú no le has dado.

Pero cuidado, educar es más que dar respuestas. Es facilitar que el niño se haga las preguntas adecuadas en los momentos en los que está preparado para entender las respuestas. Además, educar es enseñar a encontrar esas respuestas cuando éstas no están al alcance de la mano.

En esta educación no descartes ningún tema. Sí, me refiero a asuntos que han sido tabú en nuestra sociedad hasta hace muy poco y que en algunos hogares siguen siéndolo. Por ejemplo, la sexualidad. Hay casas en las que, cuando aparece una escena en la televisión con un contenido sexual, cambian de cadena, miran para otro lado o se ponen colorados como tomates.

Así, poco a poco van enseñando a los más pequeños que ese tipo de cosas tienen algo de vergonzoso y que deben ser excluidas de la comunicación. Por otro lado, evitando el tema, lo que hacen es despertar la curiosidad de los más pequeños y dejarlos a merced de lo que puedan encontrar; contenido que no siempre es bueno o adecuado para su edad.

Antes, lo que los niños podían encontrar sobre la mayoría de estos temas no era demasiado, pero ahora tienen móviles con conexión a Internet a una edad temprana. Tienen a su alcance un mundo en el que se entremezclan las verdades y las mentiras sin haber interiorizado ningún tipo de criterio para separarlas.

Por otro lado, si nosotros no les facilitamos las respuestas que nos demandan y lo perciben, dejarán de utilizarnos como fuente de información. Además, al encontrar la información por otros medios, de los que son consumidores pasivos, no integraran los temas en su propia capacidad comunicativa de manera que, cuando tengan una pareja y quieran hablar de sexo.

¿Piensas que se atreverá, que será hábil haciendo? No, porque ha aprendido que es un tema vergonzoso en palabras y hará lo que buenamente haya aprendido de Google y de sus iguales.

¿Dónde reside la dificultad de educar? Es un reto enseñar a los hijos personalmente cuando tenemos trabajos a tiempo completo o cuando ellos están en una etapa complicada, como es la pubertad. Cuando los niños son pequeños están al lado de los padres todo el tiempo que pueden. Sin embargo, con la adolescencia esto no es así.

Los adolescentes se alejan y empiezan e intentan caminar por el mundo con la misma seguridad con la que lo han hecho en su círculo de confianza. Sin embargo, pronto se dan cuenta de que fuera de donde estaban, no todo funciona como donde estaban.

Esto les atrae y les asusta casi por partes iguales. Pueden pasar de sentirse gigantes a enanos en un solo instante. Sin embargo y si todo va bien, no van a querer volver atrás, y es bueno que no lo hagan. Lo malo es que, a veces, por defender esta independencia intentan cortar con vínculos que van a seguir necesitando, aunque no sea tanto como antes ni de la misma forma.

Así, el segundo reto que tienen los padres es crecer con sus hijos. Te acuerdas de cómo empezó a andar: vacilante, torpe, con alguna caída. ¿Y qué hacías vos como padre? Lo dejabas ladearse, agarrarse y solo intervenías cuando podía sufrir un daño fuerte. A medida que el niño crece y comienza la adolescencia, va a seguir cayéndose y va a seguir necesitando sentir que estás ahí, pero muchas veces va a preferir agarrarse a otros sitios o caerse antes que pedir ayuda porque tiene que aprender.

A no ser que pueda sufrir un daño fuerte, dejadle, permite que le pongan una nota injusta, que sufra su primer desengaño amoroso, que descubra que una amistad que creía verdadera no lo es, que sos falible y estás llenos de errores… Porque es lo que pasa en la vida, porque es necesario para descubrir las cosas buenas de la vida.

Si no le permitís un desengaño también le privarás de una posible reconciliación. Si intervenís cuando alguien traicione su amistad, tampoco permitirás que aprenda a aceptar una disculpa. Si vos protestás ante una calificación por él, no le estarás dejando que sepa el poder que tiene para darle la vuelta a las cosas.

Prohibir lo menos posible. Es lo más fácil: hijo no hagas esto porque es malo. Ve un paso más allá y dale razones. No le prohíbas fumar porque al hacerlo señalas a los cigarrillos como una potencial forma de rebeldía.

Explícale las razones por las que fumar hace mucho daño de la misma forma que lo hace cualquier tipo de droga. Dale argumentos a los que pueda acudir para que solicite los contrarios cuando alguien niegue que fumar es malo. Que no sea tu palabra contra la de un extraño, sino tus argumentos contra los suyos.

Hazle entender que le necesitas. Deja que te ayude, deja que poco a poco establezca una relación de reciprocidad contigo. Es importante que a medida que crezca sepa que tiene muchas cosas que aportar a tu vida. Que estás para dar y que le vas a dar, pero que también necesitas cosas de él y no son menos importantes. Probablemente nunca alcances una relación simétrica, pero es bueno que cada vez sea más asimétrica en este sentido.

Es su vida y son sus expectativas. Ayúdale a descubrir sus sueños, lo que realmente quiere. Igual tú quieres para él otra cosa, te lo habías imaginado de mayor siendo un físico de renombre y quiere ser actor. No lo intentes cambiar, porque no tienes derecho. Aunque quieras lo mejor para él, si vas en contra de lo que quiere ser -de lo que quiere alcanzar- le puedes hacer un daño inmenso. Al igual que es fundamental que alimentes su cuerpo cuando es pequeño, cuando empieza a crecer, lo fundamental es que alimentes sus sueños. Da igual que sea una profesión en la que no paguen demasiado o que al final la terminen realizando pocos, tu hijo se merece al menos una oportunidad de conseguirlo. Quien dice una dice dos, tres, cuatro, cinco,.. las que él quiera mientras pueda agarrarse a las paredes o caerse y levantarse sin haberse hecho un gran daño.

No te preocupes, que en este sentido tú también aprenderás. Cuando estés a su lado para ver la felicidad que trasmite cuando hace lo que quiere, no tendrás que simular que te sientes orgulloso porque serás el padre o la madre más orgullosa del planeta. Además, te aconsejo que siempre estés cerca cuando da un pasito hacia su sueño porque si no lo haces te puedo asegurar que cuando lo consiga, te arrepentirás.