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El juego de la confianza en uno mismo

Todos queremos tener mayor confianza en nosotros mismos, pero no siempre lo logramos. ¿Y si la forma que tenemos para conseguirlo no fuese adecuada? Según el psicoterapeuta Russ Harris eso es lo que le ocurre a la mayoría de las personas. ¿Cómo lograrlo entonces?

A todos nos preocupa, en mayor o menor medida, el nivel de confianza que tenemos en nosotros mismos y por eso mismo nos implicamos en intensas luchas para mejorarlo. Cuando no lo conseguimos, solemos pensar que el problema es nuestro: hemos fallado en algo o quizás no somos tan buenos. ¿Y si hubiéramos caído en una trampa?

Russ Harris, psicoterapeuta inglés, afirma que la falta de confianza en uno mismo no es una cuestión de defectos personales, sino de que no se conocen las reglas del juego de la confianza, ya sea porque nunca nos lo planteamos o bien porque aunque lo hayamos hecho, la sociedad nos ha proporcionado unas reglas equivocadas para jugarlo.

Incluso, pese a que algunas de estas reglas erradas nos hayan funcionado durante un tiempo, lo más probable es que no nos hayan proporcionado realmente lo que buscábamos. Entonces, ¿cómo jugar de forma adecuada?

¿Para qué queremos confianza?
¿Para que necesitas confiar en ti mismo? Piénsalo antes de continuar.
La respuesta es sencilla: queremos confianza porque deseamos realizar cambios para mejorar nuestra vida, ya sea para alcanzar nuestros sueños y metas o para tener mejores resultados en un ámbito determinado. Por lo tanto, no queremos confianza sin más, sino que la queremos para algo, como afirma Harris.

La importancia de los valores y las metas personales
Si tuvieras toda la confianza del mundo, ¿en qué te comportarías de manera distinta? ¿qué clase de persona serías y qué tipo de cosas harías?

La pregunta anterior nos proporcionan las metas y los valores que nos ayudan a definir los aspectos fundamentales relacionados con esas dosis de confianza que tanto deseamos.

Por un lado, los valores definen cómo queremos actuar, bajo qué principios queremos vivir y qué cualidades personales y rasgos de carácter queremos cultivar y, por otro lado, las metas definen aquello que queremos lograr, conseguir o poseer. Mientras que las metas son finitas, es decir, tienen un fin cuando se alcanzan, los valores siempre están en marcha. Ahora bien, ¿qué relación tienen con la confianza?

Los valores nos inspiran, nos motivan y nos mantienen en el viaje del desarrollo de la confianza. De alguna forma, vivir de acuerdo a ellos, nos produce satisfacción, incluso cuando no podamos alcanzar nuestras metas y objetivos.

Saber qué valores queremos incorporar a nuestras vidas y qué metas deseamos alcanzar nos ayudará a definir de forma más precisa los cambios que necesitamos hacer para configurar nuestros primeros pasos en nuestro camino hacia la confianza.

La brecha de la confianza
Existe un lugar en el que podemos quedar atrapados cuando nos dirigimos hacia la consecución de nuestros sueños, ese en el que el miedo aparece para decirnos que si no tenemos la suficiente confianza, no podremos alcanzar nuestras metas, rendir al máximo o actuar como deseamos.

Quizás nos sorprenda, ya que en la sociedad se suele lanzar este mensaje, pero lo cierto es que cuanto más nos aferramos a esta creencia, más nos alejaremos de la clase de vida que queremos. Porque ¿de verdad pensamos que el sentimiento de confianza va a salir a nuestro encuentro? ¿es posible que de repente tengamos mayor seguridad para comenzar a hacer aquello que es realmente importante para nosotros?

La respuesta es no, al menos a largo plazo. Quizás a través de algún ejercicio, la lectura de un libro o la conversación con un amigo nos sintamos con más ánimos, pero estos no tardarán mucho en esfumarse. Si queremos hacer algo con confianza, tenemos que trabajar para ello y para ello necesitamos practicar una y otra vez las habilidades adecuadas que nos permiten conseguirlo.

Así, cada vez que practiquemos, estaremos realizando un acto de confianza, de apoyarnos en nosotros mismos, de apostar por nosotros. Y solo tras mucha pràctica, mucho tiempo y esfuerzo, alcanzaremos los resultados esperados y comenzaremos a percibir el sentimiento de confianza. En resumen, como expresa Russ Harris: “Los actos de confianza son lo primero; los sentimientos de confianza vienen después“.

Ahora bien, aunque sea muy fácil de decir, no es tan sencillo en la vida real, más que nada porque tenemos una mente a la que no le gustan los cambios, por lo que intentará sabotearnos a través de nuestros pensamientos de cualquier manera.
“No tengo tiempo“, “estoy cansado y desmotivado“, “la semana que viene lo haré…” y un largo etc. son las típicas excusas que pondrá en marcha. Se trata de trampas mentales ante las que es relativamente fácil caer si tenemos miedo a confundirnos, no nos creemos lo suficientemente buenos o avanzamos lento, creencias totalmente normales.

¿Por qué nos falta confianza?
A pesar de que todos y cada uno de nosotros experimentamos confianza en ciertos aspectos, existen una serie de razones que nos impiden tenerla en otros según Harris. Son las siguientes:

  • Expectativas demasiado altas y relacionadas con la idea de ser perfectos.
  • uzgarnos con gran severidad. Un aspecto totalmente normal en los seres humanos: tenemos cierta tendencia a criticarnos, contarnos historias negativas sobre el futuro, sentirnos insatisfechos o recurrir a experiencias pasadas en las que no salimos bien parados.
  • Gran preocupación por el miedo. ¿Quién no experimento temor en algún momento? El problema no es experimentarlo, sino agarrarnos fuertemente al miedo y vivir a través de él.
  • Falta de experiencia. No podemos sentirnos seguros en algo, si tenemos poca experiencia sobre ello, pero esto no implica que no podamos desarrollarla.

Por: Psicóloga Gema Sánchez Cuevas