La relación entre estrés e hipertiroidismo es muy significativa. A menudo, descuidamos el impacto que los estados de estrés crónico pueden llegar a tener en nuestra salud. El cortisol, la hormona asociada a estos estados de hiperactividad e hipervigilancia, acaba alterando no solo la función tiroidea hasta el punto de acelerarla, sino que además afecta a nuestras glándulas suprarrenales.
Sabemos que los trastornos asociados a la tiroides son muy comunes y que su aparición está condicionada a varios factores. Así, condiciones autoinmunitarias como la enfermedad de Graves-Basedow, el embarazo, alteraciones en la hipófisis o un exceso o déficit del yodo pueden hacer que desarrollemos hipotiroidismo o hipertiroidismo.
Por otro lado, no siempre somos conscientes de cómo nuestras emociones pueden alterar, por ejemplo, nuestro metabolismo. Así, estudios, como el publicado en la revista ThyroidResearch, demuestran que hay una relación entre los niveles de cortisol y la TSH(tirotropina u hormona estimulante de la tiroides).
Es decir, el estrés es un factor de riesgo para el hipertirodisimo. Vemos como situaciones de presión, angustia y preocupación constante a lo largo de meses o años acaban afectando a la función tiroidea, acelerándola.
El hipertiroidismo cursa con un exceso de hormona tiroidea en el cuerpo. La causa más común en la enfermedad de Graves Basedow, sin embargo, estados crónicos de estrés también pueden desencadenar esta condición.
Estrés e hipertiroidismo, un vínculo perverso
Cada día aparecen nuevos diagnósticos relacionados con una alteración en la glándula tiroides. No podemos olvidar que las hormonas tiroideas cumplen un gran número de funciones, y su relevancia es esencial para mantener el buen estado de los tejidos del organismo, para cumplir infinitas tareas metabólicas, incluidas, por ejemplo, la síntesis de muchas proteínas.
Es por ello que los pacientes con hipertiroidismo suelen sufrir una amplia sintomatología, una extensa variedad de alteraciones, molestias y condiciones asociadas que pueden resumirse, por lo general, del siguiente modo:
- Nerviosismo e inquietud fuera de lo normal.
- Cambios en el estado de ánimo, la persona se siente más irritable.
- Sensación de debilidad.
- Aumento del apetito.
- Pérdida de peso a pesar de esa ansia por comer.
- Problemas de memoria y concentración.
- Bocio, un síntoma evidente y asociado al hipertiroidismo donde la persona sufre una hinchazón a nivel de la garganta que cursa con problemas para tragar, beber o hablar.
- Pérdida del cabello (también puede ser más fino y quebradizo).
- Piel más fina.
- La persona no puede tolerar el calor.
- Cambios en la menstruación.
- Taquicardias.
- Insomnio.
Además, cabe decir que estas enfermedades relacionadas con la tiroides son más comunes entre las mujeres. No obstante, una vez se produce el diagnóstico, no siempre nos detenemos en clarificar cuál es el origen. Interesa el tratamiento y se necesita claro está, una estrategia terapéutica con la que mejorar la calidad de vida. Sin embargo, sabiendo que hay una relación directa entre estrés e hipertiroidismo es necesario saber cómo se produce y orquesta en nuestro cuerpo.
Estrés e hipertiroidismo y la alteración en los anticuerpos tiroideos
Las universidades holandesas financiaron en el 2012 un extenso y completo estudio para averiguar la relación entre estrés e hipertiroidismo. Los resultados de este trabajo se publicaron en la revista “Psiconeuroendocrinología” y fueron significativos. Se demuestra por ejemplo, que en situaciones de estrés y ansiedad elevadas y crónicas, el cortisol tiene un serio impacto sobre la glándula tiroides.
- Los anticuerpos tiroideos se alteran y empiezan a atacar al propio organismo generando cambios: aparece el cansancio, las alteraciones en el sueño, en la digestión, la pérdida del cabello, la piel más débil… Asimismo, es común también que se padezcan cambios a nivel cognitivo y emocional, de ahí las dificultades de concentración y los cambios de humor.
- Por otro lado, la revista médica de Chile también nos habla de otra realidad tan llamativa como importante: las personas con trastornos del pánico suelen sufrir muy a menudo problemas en la tiroides. Esta tiende a acelerarse, conformando así el clásico hipertiroidismo. Una comorbilidad que tiene por lo general serias repercusiones clínicas.
Prevención del hipertiroidismo ocasionado por el estrés
El hipertirodismo (ocasionado o no por el estrés) tendrá sin duda un tratamiento concreto: medicamentos antitiroideos como el propiltiouracilo y el metimazol. No obstante, cada paciente presentará una realidad singular y unas necesidades que los profesionales valorarán para ofrecerle la respuesta más adecuada y ajustada.
Ahora bien, más allá de tratamiento, lo que nos interesa ante todo es poder prevenir estas condiciones. Queda claro que el desencadenante no siempre será el estrés (ahí están las enfermedades autoinmunitarias), sin embargo, y en vista de que ciertas condiciones psicológicas desencadenan cambios metabólicos, es necesario saber manejar estas situaciones. Estas serían algunas claves.
- El estrés puntual y limitado en el tiempo no tiene efecto en nuestras tiroides. Hablamos del estrés crónico, ese que no tratamos, ese que no afrontamos y que al final, escapa de nuestro control. Es necesario por tanto atender día a día cada preocupación, cada emoción compleja, cada molestia en nuestra mente. No hay que dejar para mañana esa sombra que me molesta hoy.
- Debemos ofrecernos tiempo de calidad. A lo largo del día debemos contar con al menos dos horas para nosotros mismos.
- El ejercicio físico o prácticas, como el mindfulness, son muy efectivas para tratar el estrés.
- Asimismo, es recomendable cuidar nuestra alimentación y mejorar los hábitos de vida: descanso y relaciones sociales positivas y de calidad.
Para concluir, sabiendo que estrés e hipertiroidismo guardan una estrecha relación, seamos más conscientes de que cuidar de nuestras emociones también es invertir en salud. Si nos levantamos, vestimos y peinamos cada día, recordemos atender de igual modo ese complejo universo interior.
Por: Valeria Sabater