Comer junto a nuestros familiares es uno de los hábitos más saludables que podemos practicar, pero por desgracia nuestro ritmo de vida actual y moderna no facilita que comamos y cenemos con facilidad junto a nuestros hijos. Esta situación nos empuja a que los pequeños tengan que comer en el comedor del colegio y nosotros, los adultos, en nuestro trabajo o la oficina, casi siempre mal y rápido.
Nuestros abuelos nos han compartido hasta la saciedad lo importante que es reunir a la familia y mantener esta agradable y cariñosa rutina. Muchos les respondíamos que “no es para tanto” o simplemente no entendíamos la importancia de esta experiencia, pero gracias a varios estudios hemos descubierto que nuestros abuelos tenían demasiada razón en sus palabras. ¿Cuáles son esos hábitos de vida saludables que conseguimos para nuestros hijos al comer en familia?.
Ayudan a adquirir buenos hábitos alimenticios
Está claro que los fines de semana y algún que otro día laboral tenemos que hacer todo lo posible por reunirnos en familia compartiendo mesa tanto para comer, desayunar o cenar. Un requisito importante que muchos pasamos por alto durante este momento tan especial es el comer con la televisión apagada, ya que de esta forma nos animamos más a mantener conversaciones con los nuestros mejorando nuestra salud y bienestar interior.
Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Illinois en Estados Unidos sobre la relación entre comidas familiares y salud de los hijos recogió datos de los principales hábitos alimenticios y salud de 180.000 niños y adolescentes de diferentes estados norteamericanos.
Se demostró que cuando los niños comen en familia consumen más fruta y verduras, reduciendo de esta forma el riesgo de sobrepeso entre los jóvenes. Siempre teniendo en cuenta que los padres siguen una dieta equilibrada también.
Reducen el riesgo a posibles adicciones y trastornos alimentarios
Se encontró también que las reuniones familiares durante la comida disminuyen el riesgo de adicción en la etapa adolescente. Esta condición sucede ya que la confianza es lo que se enriquece en dichas comidas y reuniones, habilitando un canal de comunicación que de otra manera y solo por inercia se iría cerrando poco a poco.
Se pudo extraer también que mejoramos nuestra alimentación ya que con tres comidas semanales familiares reducimos un 20% el consumo de alimentos poco saludables y aumentamos el consumo de alimentos equilibrados y sanos, como las verduras y frutas.
Por otro lado, encontramos que comer juntos permite reducir la incidencia de trastornos alimentarios en la infancia y en la adolescencia. El riesgo de que un adolescente se dé atracones, se provoque vómitos o realice una dieta sin que haya un motivo médico disminuye un 35%.
Aumenta el éxito académico
Esta investigación realizada en la Universidad de Illinois confirmó que cuando comemos en familia, sin ver la televisión y mantenemos conversación con los nuestros incrementa la motivación de nuestros hijos por las tareas formativas. Esto es así, porque en muchas de estas conversaciones los niños recogen el reconocimiento social de su esfuerzo y obtienen pautas para mejorar, frente a las que no son resistentes porque el contexto en el que las asimilan es de relajación.
Está claro que el comer en familia beneficia a nuestros hijos increíblemente, pero para conseguir unos hábitos de vida saludables y una alimentación equilibrada para ellos y nosotros mismos como adultos no solamente tenemos que reunirnos. Es importante recordar que los padres tenemos que ser los primeros en dar ejemplo a la hora de adquirir dichas costumbres saludables y compartirlas con nuestros pequeños.
Una alimentación equilibrada y sana consiste en el consumo de alimentos diversos, variados y siempre consumiéndolos de forma equilibrada. El truco no consiste en comer poca cantidad, sino en comer con calidad nutricional y emocional, disfrutando juntos del mismo menú.
Una investigación realizada en el Centro Nacional de Información sobre Biotecnología de Estados Unidos demostró que los niños que participan a la hora de preparar la comida familiar consumen más verduras y proteínas que los que no lo hacen, además de desarrollar un mayor sentimiento positivo hacia los alimentos saludables.
Un consejo que desde aquí te puedo dar es que si motivas a tus hijos a participar en la preparación y elaboración de las comidas, estás permitiendo a la vez que se familiaricen con los alimentos y vayan aprendiendo a entender y hacer suyo qué es una alimentación sana de otra que no lo es. De esa forma contribuyes a mejorar su vida, tanto exteriormente como interiormente.