Para meditar no es necesario sentarse con los ojos cerrados en un cuarto silencioso. Puedes obtener los beneficios de esta maravillosa práctica mientras das un paseo.
Es por todos conocido que la meditación reporta numerosos beneficios para la salud física y emocional. Sin embargo, para algunos aún resulta difícil acercarse a esta práctica. Pues la conciben como sentarse con los ojos cerrados y dejar la mente en blanco. No obstante, existen diversas maneras de meditar y solo es cuestión de encontrar aquella que más se adecue a nosotros. A este respecto, los paseos pueden ser una gran alternativa.
Inmersos en un estilo de vida apresurado, centrado en el éxito y la competitividad es lógico que la meditación nos despierte reticencias. Una actividad aparentemente tan pasiva y contemplativa puede parecernos una inútil pérdida de tiempo. Pero la frase que afirma “si no encuentras diez minutos al día para meditar, seguramente necesites veinte“ es muy acertada.
Por ello, te invitamos a darte la oportunidad de probar esta forma de meditación. Cuando comiences a experimentar los resultados, querrás hacer de estos paseos una parte indispensable de tu rutina diaria.
Paseos y meditación: ¿cómo realizarlos?
Para conjugar paseos y meditación no puedes limitarte a caminar como lo harías cada día yendo al trabajo o mirando escaparates. Ese caminar es inconsciente, distraído y precipitado, pues mientras andas vas pensando en lo tarde que llegas o divagando sobre tus preocupaciones mundanas. Así llegas a tu destino casi en piloto automático sin haber sido consciente del trayecto.
Para experimentar los beneficios de la meditación, este paseo tiene que tener unas características específicas. Son las siguientes:
- No hay un objetivo ni un destino concreto. No hay prisa por llegar, ni se trata de hacer un ejercicio cardiovascular. Camina despacio.
- Sé consciente de tu cuerpo, de las distintas sensaciones que vas experimentando al mover una pierna o una mano. Presta atención a tu respiración.
- Pon tus cinco sentidos en la actividad que estás realizando: pasear. Observa el paisaje, siente la temperatura y el viento; percibe los aromas, escucha el sonido de tus pasos y de todo lo que te rodea.
- Mantén una actitud abierta y curiosa durante tu paseo. Contempla la belleza de los escenarios que recorres, detente si algo te llama la atención. Explora, descubre cada rincón con admiración y sin prisa.
- Aunque estés recorriendo un trayecto que ya atravesaste mil veces, permítete contemplarlo con otros ojos. Trata de descubrir detalles que tal vez en otro momento las prisas te hicieron pasar por alto.
¿Qué beneficios nos aportan esta clase de paseos?
Los paseos contemplativos pueden aportarnos beneficios muy similares a los que obtendríamos sentándonos a meditar.
Esto sucede porque estamos aplicando en ellos el mismo principio del mindfulness: conectar con el momento presente mientras paseamos. Así, algunos de los resultados positivos son los siguientes:
- Reducción del estrés y los síntomas ansiosos. En muchos casos, la ansiedad proviene de sobrepensar sobre las situaciones negativas, de modo que terminamos mentalmente agotados y exhaustos. El tiempo, más corto o más largo, que dediques a pasear, te permitirá despejar tu mente de cualquier juicio, temor o pensamiento ansiógeno y experimentar una sensación de paz y tranquilidad.
- Despierta la creatividad. Se ha comprobado que pasear potencia la creatividad porque permite acceder al pensamiento divergente y hallar nuevos modos de hacer las cosas. Seguramente, tras un paseo obtengas la inspiración para ver de un modo diferente lo que te ocurre y encontrarás formas distintas de afrontarlo.
- Favorece la conexión con uno mismo. Pasear regularmente puede ayudarnos a potenciar la intuición o, lo que es lo mismo, la conexión con nuestro interior. Con frecuencia, el ruido exterior nos impide escuchar nuestra voz interna y las opiniones ajenas opacan nuestros propios deseos.
Los paseos meditativos nos permiten bajar el volumen al mundo y subírselo a nuestro interior.
La meditación es para todos
No es necesario ser un monje budista ni recluirse en un espacio insonorizado para practicar la meditación. Meditar es pasar tiempo con uno mismo, con la esencia interior; es desconectar del exterior para conectar consigo mismo.
Todos necesitamos esta reconexión para no dejarnos llevar por lo que nos rodea, para que el ritmo de la sociedad no haga mella en nuestra salud mental.
Por eso, pasea, inténtalo, prueba aunque sean diez minutos cada día. Cuando encuentres la disciplina para comenzar a practicar regularmente este hábito, nunca querrás abandonarlo.
Por: Psicóloga Elena Sanz