Las personas irascibles son adictas al enfado constante. Golpes en la mesa, portazos, gritos y hasta pataletas… Son esos perfiles que no saben comunicarse sin elevar la voz, los que a la mínima pierden los papeles y a quienes no se les puede llevar la contraria. Así, tras este comportamiento difícil se esconde a menudo un ser débil que hace uso de la ira como mecanismo de defensa.
Todos hemos perdido la calma alguna vez. Sabemos qué se siente cuando la rabia nos atenaza y casi sin saber cómo, estallamos de la forma más inoportuna y menos hábil. Ahora bien, lo llamativo de estas vivencias es que nos ofrecen buenas lecciones, aprendemos a la fuerza lo importante que es la actitud asertiva para manejar esas situaciones complicadas donde se pone a prueba nuestra madurez emocional.
¿La persona irascible es alguien que ha aprendido a relacionarse con el mundo a través del enfado y la ira para conseguir lo que quiere.
Por otro lado, hay un aspecto crucial que es importante considerar. La ira sigue siendo a día de hoy esa emoción poco o nada comprendida.Podríamos decir en este mismo momento que las personas irascibles son esas presencias que más vale la pena evitar en nuestra cotidianidad para salvaguardar el equilibrio y la salud.
Sin embargo, nada es más relevante que comprender. Hagamos un buen uso de la psicología y permitámonos entender que tras ese niño iracundo, ese familiar de trato amargo y ese jefe sin resistencia a la frustración, hay alguien que no sabe usar otro tipo de lenguaje. Alguien que lidia contra sí mismo y que no sabe ni qué hacer ni de dónde viene toda esa rabia explosiva y negatividad envenenada.
Personas irascibles: ¿por qué actúan de este modo?
Los franceses tienen una palabra muy acertada para esos comportamientos pasivo-agresivos, para esas personas que hacen de la ira su forma de comunicación. Usan la expresión «sous-entendu», que vendría a significar algo como «lo que se entiende debajo o lo que hay debajo». ¿Qué hay entonces bajo esa piel de lobo que hace uso de esa intensidad emocional tan devastadora? La respuesta no puede ser más simple: hay otro lobo, pero es un lobo herido.
Veamos alguna de esas características que podrían explicar este tipo de dinámicas en las personas irascibles.
- Hay angustia excesiva. Las personas que reaccionan con ira suelen almacenar un cupo desbordado de angustia. Son esos perfiles que ya desde niños se alarmaban con nada, quienes ante cualquier estímulo reaccionaban con miedo intenso y alarma. Así, y llegada la madurez, esa inquietud persistente a lo que escapa de su control o a lo inesperado se traduce en rabia. Esa emoción no es más que un mecanismo de defensa desmedido con el que reaccionar ante todo y todos.
- La ira como respuesta a toda emoción negativa. Este perfil de personalidad no sabe reconocer si lo que siente es tristeza, decepción, miedo, inquietud, sorpresa o vergüenza. Todas esas emociones se entenderán y se traducirán del mismo modo: con ira.
- La ira es un problema acumulativo. Cuando hay una emoción que no se canaliza, se comprende y se gestiona, se acumula. Aún más, las personas irascibles arrastran consigo todo un historial de frustraciones almacenadas durante décadas. De este modo, los actos más insignificantes actúan como desencadenantes para todo ese torrente de ira contenida en su interior.
- La ira y la paranoia. Esta relación es tan problemática como destacable. Las personas irascibles están hechas de angustia, de emociones convulsas no entendidas y de un poso de rabia más que destacable. Toda esa arquitectura profunda edifica en muchos casos la aparición de conductas paranoicas. Todo es una amenaza para ellos, desconfían, piensan que los demás están ahí para hacerle daño, para ridiculizarlos. Son situaciones muy desgastantes.
¿Cómo aprender a manejar la ira?
Las personas irascibles no tienen una buena calidad de vida. Es un aspecto que desde un punto de vista clínico no puede ni debe dejarse de lado. Asimismo, tal y como nos revelan varios estudios, este tipo de personalidad es más tendente a sufrir problemas cardíacos, accidentes cerebrovasculares, problemas respiratorios, defensas bajas… La ira enferma y la ira, además, establece distancias insalvables con las personas que queremos.
Así, un hecho común de este tipo de perfil es que apliquen lo que se conoce como ira desplazada. Pueden estar enfadados con algo o alguien, sin embargo, acaban proyectando toda su energía negativa sobre quien menos lo merece: hijos, pareja… Es prioritario por tanto dar recursos y estrategias a estas personas para que entiendan que la ira no es un canal adecuado de comunicación, es la asertividad quien le permitirá sobrevivir mucho mejor en cualquier escenario.
Veamos ahora unas sencillas estrategias sobre las que reflexionar, y que pueden servirnos para manejar mucho mejor esta emoción
- Debemos entender qué es la ira y cuál es su finalidad ⇔ Se trata, en esencia, de una respuesta que emite nuestro cerebro para atacar o huir de un peligro. Es una manifestación puramente biológica y fisiológica.
- El segundo paso es aprender a identificar las propias emociones y a entender qué las motiva ⇔ ¿Lo que siento es tristeza? ¿Qué la ha motivado? ¿Si lo que experimento es vergüenza qué la ha originado?
- Técnicas de respiración. Una forma de canalizar la ira y esa rabia que bloquea nuestro cuerpo y nuestra mente es aprender a relajarnos, a respirar, a concentrarnos en esos músculos tensos y corazón acelerado para darles calma. Solo así nos permitiremos pensar mejor y reaccionar de manera más adecuada.
- Sustituir la ira por la asertividad. Otro fin imprescindible en las personas irascibles es que aprendan a relacionarse de forma asertiva, deben desplazar el uso de la ira como forma de lenguaje para hacer de la comunicación asertiva su mejor herramienta.
Para concluir, señalar solo un último aspecto. En ocasiones, la persona irascible no solo hace uso de la violencia verbal, a menudo, la violencia física se convierte en recurrente. No dudemos por tanto en intervenir en estos casos, tomando medidas que nos protejan si somos víctimas de este perfil y medidas de actuación si somos nosotros quienes derivamos en estas dinámicas.
Por: Valeria Sabater