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¿Puede el sistema inmunológico influir en el comportamiento social?

Hay muchos factores que pueden influir en el comportamiento social de las personas. Por una parte están sus habilidades, su cultura, su percepción o las atribuciones que haga. También pueden influir otros factores como el género o la raza. La motivación y la voluntad también pueden influir considerablemente en el comportamiento social.

Pero, ¿qué papel juego en todo esto el sistema inmunológico?, ¿qué tiene que ver el sistema inmunológico con el comportamiento social? Esta respuesta la encontramos en una innovadora investigación publicada en la revista Nature. Esta investigación ha encontrado una interacción fascinante e inesperada entre el comportamiento social y el sistema inmunológico.

Es bien sabido que el sistema inmunológico defiende al cuerpo contra los patógenos dañinos, pero parece que tiene otra función bastante inesperada: la de influir en el comportamiento social de una persona. Este hallazgo reciente se suma a un creciente cuerpo de investigación sobre las formas en que el sistema inmunológico da forma a los comportamientos humanos y a los procesos mentales.

Disfuncionalidad social y sistema inmunológico
Un equipo de científicos formado por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia e investigadores de  la Escuela Universitaria de Medicina de Massachusetts ha encontrado que el sistema inmunológico puede producir lo que se podría llamar una “molécula social”, que promueve la interactividad con los demás. Esto sugiere que algunos casos de disfuncionalidad social pueden estar relacionadas con problemas en el sistema inmunológico.

Los resultados del estudio plantean la posibilidad de que los defectos del sistema inmunológico pueden provocar comportamientos sociales de mala adaptación, que en casos graves pueden ser clasificables como trastornos psiquiátricos. Los investigadores han reclamado que se investigue más a fondo este tema, lo que sugiere que esta área de estudio puede conducir a una mejor comprensión de nuestro comportamiento social.

Hasta hace poco, se pensaba que el cerebro y el sistema inmune adaptativo estaban aislados uno de otro  y que cualquier actividad inmune en el cerebro se percibía como signo de una patología.

Ahora, explican los investigadores, no sólo estamos demostrando que interactúan estrechamente, sino que  algunos de nuestros rasgos de comportamiento podrían haber evolucionado a causa de nuestra respuesta inmune a diversos patógenos. Esto significaría que parte de nuestra personalidad podría estar dictado por el sistema inmunológico.

El cerebro y el sistema inmunológico
Los investigadores han demostrado que una molécula inmune específica, la interferón gamma, parece ser crítica para el comportamiento social. De hecho, diversos seres vivos, como moscas, peces, cebras, ratones y ratas, activan respuestas de interferón gamma en situaciones sociales.

Normalmente, esta molécula se produce por el sistema inmunológico en respuesta a bacterias, virus o parásitos. El bloqueo de la molécula en ratones, utilizando la modificación genética, consiguió que regiones del cerebro se volvieran hiperactivas, causando que los ratones se volvieran menos sociales.

La restauración de la molécula restauró la conectividad cerebral y el comportamiento a la normalidad. Los investigadores señalan que la molécula inmune juega un papel importante en el mantenimiento de la función social adecuada. Así, los investigadores sugieren que la relación entre las personas y los agentes patógenos podría haber afectado directamente el desarrollo de nuestro comportamiento social,

Algo que nos permite participar en las interacciones sociales necesarias para la supervivencia de la especie, mientras que nuestro sistema inmunológico ha desarrollado defensas para protegernos de las enfermedades que acompañan esas interacciones. El comportamiento social estaría relacionado con esos agentes patógenos, ya que permite que se propaguen.
Implicaciones

Los investigadores han señalado que un sistema inmunológico que no funciona correctamente puede ser responsable de déficits sociales en numerosos trastornos neurológicos y psiquiátricos. Pero lo que esto podría significar para el autismo y otras condiciones requiere de una mayor investigación.

Los investigadores creen que es poco probable que una molécula cualquiera sea responsable de una enfermedad o la clave para una cura. En cambio, es probable que las causas que están detrás sean mucho más complejas de lo que se cree hasta ahora.

El descubrimiento de que el sistema inmune y, posiblemente, de los gérmenes que puedan controlar nuestras interacciones plantea muchas posibilidades interesantes para los científicos, tanto en términos de lucha contra los trastornos neurológicos como para la comprensión de la conducta humana.