La sexualidad es un campo rico y diverso cargado de matices y posibilidades. Cada ser humano vive y experimenta su mundo interno de una forma única haciendo que existan tantas sexualidades como personas habitan en este planeta.
Sin embargo, pese a que esta porción de la realidad sea tan importante en nuestras vidas, en muchas ocasiones parte de la misma nos es ajena y desconocida. Es importante conocer qué significa y qué no significa este término así como qué implica en nuestras vidas.
A veces las palabras que utilizamos pueden llevar a confusión. Términos como sexualidad, sexo, genitalidad, género u orientación sexual tienden a utilizarse como sinónimos sin embargo cada uno de ellos hace referencia a una realidad diferente.
Sexualidad no es igual a sexo
Muchas personas al escuchar la palabra sexo o sexualidad lo asocian con relaciones sexuales. Sin embargo, los términos sexo, relaciones sexuales y sexualidad son conceptos diferentes. Cada uno de ellos tiene un significado distinto y es importante diferenciarlos.
Técnicamente hablando el concepto sexo hace referencia al conjunto de características biológicas propias. No implica qué somos o cómo nos sentimos, simplemente indica el cómo hemos nacido biológicamente, hombre, mujer o intersexuales.
Cuando hablamos de relaciones sexuales, muchas veces cuando hablamos de sexo estamos hablando de genitalidad. La genitalidad es solo una parte de la sexualidad. Reducir la sexualidad a la genitalidad sería empobrecer nuestro mundo mirando únicamente a una pequeña parte de un todo.
La importancia de la cultura y la sociedad
Desde el nacimiento somos seres sexuados. Nacemos con un sexo biológicamente determinado que influirá en la forma de responder de nuestro entorno así como en nuestra forma de ser y comportamiento. Simplemente por nacer hombres, mujeres o intersexuales las personas que nos rodean tendrán unas expectativas concretas sobre qué deberíamos ser o hacer como parte de la sociedad.
Nuestras características físicas junto con la sociedad en la que vivimos tienen un gran peso en nuestro comportamiento. El género hace referencia a las normas sociales sobre cómo debemos ser y comportarnos en función de nuestro sexo. A diferencia del sexo, que está determinado biológicamente y es relativamente estable, el género es una cuestión aprendida, construida socialmente, que cambia con el tiempo o la cultura.
Las normas de género, al igual que otras normas sociales, guían y limitan el comportamiento de las personas. Lo que se considera femenino, masculino o andrógino en cada sociedad permite a la persona ir construyendo una parte del concepto de sí mismo.
Tus preferencias son solo una parte
La orientación sexual es otra de las muchas partes que conforman la sexualidad. Hace referencia al sexo de las personas por las que nos sentimos interesados. Esta atracción no es solamente sexual, sino que también implica una conexión física, mental y emocional con la otra persona.
Son muchas las orientaciones sexuales que una persona puede manifestar. Heterosexual, homosexual, asexual, bisexual, omnisexual, pansexual o transorientada son algunos de los adjetivos que utilizamos para describir los gustos y preferencias de cada uno.
Entender las preferencias como un cajón que solo sirve para guardar unos objetos determinados y que nunca se altera delata el no haberse asomado nunca a ver como es realmente ese cajón. Al igual que las personas, la orientación sexual es flexible y está viva ya que crece y evoluciona conforme vamos cambiando nosotros mismos.
“-¿Quién eres tú?- preguntó la oruga.
– Pues verá usted, señor…, yo…, yo no estoy muy segura de quién soy ahora, en este momento; pero al menos sí que sé quién era cuando me levanté esta mañana; lo que pasa es que he sufrido varios cambios desde entonces-“
– Alicia en el país de las maravillas-
Hay tantas maneras de vivirla como seres vivos existen
Cada persona trae consigo una mochila cargada de experiencias, aprendizajes y vivencias irrepetibles. Esta mochila y su contenido es diferente según quien la esté transportando y el momento en que la miremos.
Al igual que cada ser humano tiene unas características propias, la sexualidad de cada uno también es única. Son los matices, la diversidad y la flexibilidad junto con las experiencias vividas y las preferencias de cada uno lo que hace que sea irrepetible.
Una sexualidad saludable implica aceptar y respetar nuestra propia orientación sexual así como la de los demás. Esto implica asomarnos a nuestro mundo interno, conectar con él y aceptar cada una de nuestras partes y, así como nos aceptamos a nosotros mismos, aceptar a los demás.
Decidir como parte de vivir tu sexualidad
Una parte importante de nuestra vida y nuestra sexualidad consiste en tomar decisiones. Cuando se presentan varios caminos ante nosotros tenemos que elegir la senda que más se ajuste a nuestros valores, ideas y forma de pensar. Decidir es definir lo que somos.
Nuestra sexualidad influye en las decisiones que tomamos. En determinados momentos de nuestra vida debemos elegir sobre aspectos importantes que implican a nuestra familia, amigos o pareja. Estas decisiones no se toman en un vacío sino que la persona tiene en cuenta su situación, qué quiere hacer y hacia dónde quiere ir.
¿Con quién quiero compartir parte de la vida? ¿Quiero o no disfrutar de la maternidad o paternidad? ¿De qué manera quiero vivir ahora o en los próximos años? ¿Cuáles son mis proyectos personales y cómo encajan con las personas con las que quiero vivir? Todas estas preguntan implican decisiones importantes que están influidas por quienes somos así como por nuestra sexualidad y como queremos vivirla.
Tú eres tu sexualidad
La sexualidad es parte de nuestra identidad. Desde que nacemos nos influye de muy diversas formas, por ejemplo, en las expectativas que los demás tienen sobre nosotros, en quienes somos, las decisiones que tomamos y en que queremos convertirnos.
Si las decisiones hablan de nosotros también hablan de nuestra sexualidad. Todos tenemos una idea aproximada de donde nos gustaría estar en unos años. Pese a las múltiples opciones que se nos presenten, es probable que siempre escojamos aquellas que son importantes para nosotros y nos lleven donde queremos llegar.
Alcanzar nuestras metas personales más valiosas pasa por conocerse a uno mismo en todos los aspectos. Aceptar, respetar y valorar lo que uno es y lo que quiere conseguir nos acerca a una vida coherente con nuestros valores personales y la hace valiosa para nosotros.