Valiente es quien a pesar del miedo, actúa. La valentía reside en quien aún en las peores circunstancias se atreve a promover cambios para poder alcanzar el bienestar o la libertad. Lo analizamos.
¿Qué hace que una persona sea valiente? ¿Es quizá el coraje, la ausencia de miedo y la elevada determinación? La psicología lleva años analizando esta dimensión y, por curioso que nos resulte, podría resumirse en un hecho: valentía es hacer que las cosas sucedan. Se trata de generar cambios positivos aún en circunstancias complicadas, en situaciones en las que otros se rendirían.
Martin Seligman, promotor de la psicología positiva, señaló que la valentía es esa dimensión que actúa como uno de los componentes más curativos durante la terapia. Lo es por una razón muy básica. Este factor tiene, por lo general, una raíz genética y también otra educativa o ambiental.
Nuestros padres nos suelen inculcar esta actitud proactiva ante la vida que nos recuerda que, a veces, hay que dejar el miedo a un lado para lograr aquello que queremos. Ahora bien, si no hemos tenido esos refuerzos en la infancia, si hemos crecido con inseguridades o hemos sufrido una experiencia traumática, puede que la valentía se difumine y se escape por completo.
Por eso, Seligman la concibe como un elemento esencial que debe aparecer durante el proceso terapéutico. Cuando surge gracias al trabajo entre el profesional y el esfuerzo del paciente, queda en evidencia que la persona ha hecho un cambio: se percibe que en su interior ya ha atesorado la determinación y la motivación suficiente para transformar su vida.
Es entonces cuando, por fin, se decide a dar forma a una nueva etapa en la que sentir mayor control y seguridad para alcanzar el bienestar. Y esa es la mejor valentía de todas, la más enriquecedora.
Valentía es hacer que las cosas sucedan (y así podemos lograrlo)
La literatura científica dice que la valentía surge como resultado de una lucha primaria ante emociones como el miedo. Desde un punto de vista neurobiológico supone, en primer lugar, regular el influjo de la amígdala, esa región cerebral relacionada con las emociones más intensas. La misma que nos paraliza y secuestra el pensamiento cuando ella asume el poder.
Por otro lado, implica a su vez potenciar áreas como la corteza prefrontal, esa zona vinculada a la toma decisiones, la reflexión, la planificación y la atención a los estímulos del entorno sin el influjo del temor o la angustia. De hecho, gran parte de la investigación que se dispone sobre este tipo de conducta proviene del ámbito militar (Neria, Solomon, Ginzburg y Dekel 2000) y de esas historias en las que determinados soldados realizaron actos heroicos en escenarios de gran peligro.
«Simplemente, pude mantener la calma y hacer lo que debía hacer», señalan muchos de esos jóvenes instruidos para actuar en situaciones de riesgo. Ahora bien… ¿qué hay del resto de personas?
¿Podemos ser héroes sin tener que pisar un campo de batalla?
Los doctores Uhri Kugel, Catherine Haussman realizaron un trabajo de investigación en la Universidad de Oxford en el que nos revelan datos que vale la pena tener en cuenta. Los analizamos.
La valentía está romantizada, en realidad es una habilidad cognitiva
La valentía es hacer que las cosas sucedan porque nosotros promovemos un cambio. Es enfocarnos en un objetivo en medio de circunstancias adversas. Y no, no hace falta ser un héroe, un Lord Byron luchando contra los turcos en tierras griegas. La valentía es una habilidad cognitiva que todos podemos aprender y aplicar, según la ciencia actual.
Consiste básicamente en encender nuestra voluntad de actuación a pesar del miedo, en dejar de poner la mirada en la incertidumbre y la duda para avanzar y atrevernos a actuar. Algo así se logra trabajando las siguientes dimensiones:
- Buen manejo de la ansiedad. Si somos capaces de reconocer esos patrones de pensamiento que nos aprisionan en el rincón del miedo, reiniciaremos nuestra mentalidad para poder actuar.
- Ser emocionalmente conscientes. Saber conectar con las emociones para transformarlas y usarlas a nuestro favor y no en contra.
- Recordar cuáles son nuestros valores, propósitos vitales y metas personales.
- Valentía es hacer que las cosas sucedan porque desarrollamos una capacidad muy concreta: visualizar los cambios ansiados que lograremos si nos atrevemos.
- Valentía es hacer que las cosas sucedan para aspirar a una realidad más satisfactoria
- Franco, Blau y Zimbardo (2011) definieron la valentía como la capacidad de actuar de manera prosocial a pesar del riesgo personal. Ahora bien, esta definición recibe actualmente alguna que otra crítica. La valentía no siempre está orientada a salvar a otros. El coraje es muy necesario también para salvarnos a nosotros mismos.
Ya lo señalaba Martin Seligman, para que la terapia psicológica sea efectiva, la persona tiene que despertar su valentía, encender su determinación para vencer sus miedos, limitaciones e inseguridades y poder alcanzar el bienestar. De este modo, se sentirá más habilitada para lograr esas cosas que desea, para promover cambios que resuenen y que le acerquen a la felicidad.
Como suele decirse, las personas vivimos muy a menudo de fe y esperanzas. Sin embargo, aquello que de verdad puede transformar nuestra realidad es la acción. La valentía es una mágica conjunción de emociones, pensamientos y sentimientos orientados al avance, a promover algo positivo, ya sea para los demás o también para nosotros mismos. Vale la pena tenerlo presente.
Por: Psícologa Valeria Sabater