Cuando somos menospreciados o padecemos algún dolor físico, nuestro cerebro los procesa de la misma manera.
Todos sabemos que ser ignorado o rechazado duele, pero la neurociencia ha llegado a la conclusión de que, de hecho, literalmente, duele. Si bien el cerebro no procesa el dolor emocional y el dolor físico de manera idéntica, los eventos de reacción y cascada son muy similares, y se libera una sustancia química natural (analgésico mu-opioide) durante ambos eventos.
Por ejemplo, cuando alguien siente dolor físico, los opioides se liberan en el cerebro para inhibir la importancia del dolor. Ahora sabemos que esta misma experiencia ocurre cuando un individuo se siente menospreciado o rechazado por otros.
Rechazo y resistencia en la era de las redes sociales
A pesar de que las heridas emocionales son invisibles, la angustia y el estrés son cada vez más comunes. Como ahora somos rechazados con frecuencia con pequeños detalles negativos, como dejar de ser seguido en Twitter, cuando no le ponen me gusta a una publicación en nuestra red social habitual, y otras situaciones modernas donde podemos sentir ese menosprecio hacia nosotros, estas emociones se sienten más a menudo.
Las redes sociales y el contacto constante con millones de personas en cualquier momento implican de manera inherente que más personas pueden rechazarnos, incluso muchas situaciones que simplemente son malos entendidos.
La investigación realizada en la Universidad de Michigan sugiere que no solo el cerebro procesa el rechazo como lo hace con las lesiones físicas, sino que los rasgos de la personalidad como la «resiliencia» son vitales para la forma en que procesamos el dolor. La respuesta al analgésico natural del cerebro varía entre los humanos, y algunos liberan más opioides durante el rechazo social que otros, lo que significa que algunos tienen una capacidad de protección más fuerte o más adaptable.
Cuando se libera el opioide mu, hay un desencadenante en dos áreas del cerebro: una (la amígdala) procesa la fuerza de la emoción y la otra (la corteza cinguladapregenual) determina cómo cambia su estado de ánimo debido al evento. Por lo tanto, cuanto más opioides se liberan, mayor es la reducción del dolor y, posiblemente, una mayor experiencia de placer cuando alguien siente que ha sido aceptado o validado socialmente.
Un paso más allá, y podría argumentarse que aquellos propensos a la ansiedad social, los ataques de pánico y la depresión liberan menos opioides y, por lo tanto, toman más tiempo y no se recuperan tan bien de las experiencias sociales negativas como lo es ser menospreciado. Estas personas también pueden tener dificultades para obtener tanto placer con el apoyo social como los que obtienen más opioides en la corteza cinguladapregenual.
La angustia puede disminuir tu coeficiente intelectual
La angustia, la pérdida o la falta de atención son particularmente difíciles de procesar para los humanos como criaturas sociales. Pero el impacto no se limita solo a cómo el cerebro procesa las emociones y el dolor asociado con el rechazo. También hay evidencia que sugiere que no poder «pensar con claridad» es un resultado real de sentirse rechazado.
Según una investigación de la Case Western Reserve University, la exposición al rechazo llevó a los participantes en un estudio a tener una caída inmediata en el razonamiento en un 30% y en el coeficiente intelectual en un 25%. También se determinó que los sentimientos de rechazo llevaron a los participantes a ser más agresivos y exhibir menos autocontrol.
¿Cómo podemos aprender a lidiar mejor el sentirnos menospreciados?
Entonces, ¿qué debemos hacer cuando nos sentimos menospreciados por aquellos a quienes amamos o aquellos que ni siquiera conocemos pero que nos afectan a través de medios sociales? En primer lugar, darnos cuenta de que probablemente lo estemos tomando personalmente. Todos estamos ocupados, todos tenemos muchas formas de comunicación y redes sociales que nos bombardean con estímulos, y a menudo somos selectivos en lo que somos capaces de atender primero.
También es importante tener presente que recordamos el rechazo emocional con más fuerza que el dolor físico y, por lo tanto, puede causar sensibilidad a largo plazo. Cuando esto suceda, busca la validación y los recordatorios del impacto positivo que tenemos en los demás o en quienes se preocupan por nosotros.
Lo más importante es permitir que los sentimientos sean procesados y respetados, pero no asignarles mucho valor, ya que se desplomarán, y nuestros cuerpos se enfrentarán al rechazo emocional con el tiempo, al igual que el dolor físico.
Por: Dayerlin Sosa López