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Síndrome de Burnout – No vivas para trabajar, trabaja para vivir

Hay un mito muy extendido según el cual “trabajar más cada día contribuye a forjar un mejor futuro profesional”. Es un mito porque, aunque eventualmente tener extensas jornadas laborales puede contribuir a mejorar los ingresos, con el tiempo a lo que único que ayuda es a que desarrolles fatiga profesional y rindas menos en tus labores.

Trabajar duro es visto por muchos como el camino hacia el éxito. En parte tienen razón, pocas posibilidades existen de triunfar realmente si no es a partir de un esfuerzo continuado. En lo que se equivocan es en el hecho de que el trabajo duro no es necesariamente “sobre-ocupaciòn”. De hecho, està comprobado que el exceso de trabajo conduce a resultados màs pobres.

Lo màs grave es que muchos descubren estas grandes verdades cuando ya es tarde. Cuando ya han enfermado de estrèso de cualquier otra patología mental. Este descubrimiento también se produce cuando las personas caen en la cuenta de que por su grado de exigencia han perdido momentos que ya no van a recuperar y a los que racionalmente nunca habrìan renunciado.

Se enfrentan a un divorcio por el alejamiento emocional de sus parejas, o caen en la cuenta de que sus hijos ya son mayores y jamàs compartieron una tarde de juego con ellos. Despiertan un dìa y al abrir los ojos les invade una profunda pena, un dolor que por otra parte el dinero o el reconocimiento social difícilmente consuela.

Los efectos de trabajar en exceso
Casi todo el mundo cree que debe trabajar al máximo cuando es joven, con el fin de asegurarse una jubilación acomodada. Sin embargo, pronto se dan cuenta de que despuès de ocho horas al dìa dedicadas a una actividad, la mente comienza a divagar y a dispersarse. Cuesta mucho trabajo concentrarse en lo que se hace y, a veces, tener también un sueño reparador.
Con el tiempo, esos síntomas se transforman en un desànimo general. Te sientes triste todo el tiempo, con angustia por tratar de cumplir cabalmente con todas tus obligaciones y con sentimiento de culpa por no lograr que todo sea perfecto.
Es entonces cuando te vuelves irritable. Todo, o casi todo, te desagrada. Entonces justificas tu mal humor diciéndote y diciendo que eres una persona seria, que tus metas están puestas muy alto y que no puedes pasar por la vida  sonriendo frente a todo. “Para eso están los perdedores idealistas”, agregas.

Sientes que ya habrá tiempo para tu vida personal. La oportunidad està aquí y ahora y no puedes dejarla pasar. Claro que tienes que hacer algunos sacrificios, pero tus objetivos lo valen. Sin darte cuenta, te estàs convirtiendo en una pieza dentro de un engranaje de la producción y estàs cambiando tu salud y tu felicidad por dinero. Un dinero que piensas aprovechar cuando ya no te quede juventud para hacerlo.

No vivas solo para trabajar.
Segùn un estudio de Bannai y Tamakoshi el exceso de trabajo està en la base de casi todos los problemas de sueño y de las enfermedades coronarias. Tambièn se ha descubierto que quienes trabajan demás, suelen convertirse en consumidores de alcohol con mayor facilidad, desarrollan diabetes tipo 2 màs frecuentemente y tienen mayor riesgo de sufrir Sìndrome de Burnout.
Da igual por el lado que lo mires, el exceso de trabajo no trae nada bueno; excepto algún dinero extra a fin de mes que, en todo caso, no alcanza para pagar lo que le estàs haciendo a tu salud física y emocional.

La única salida para alejarnos de ese cìrculo carcelario es la màs obvia: trabajar menos. El lìmite de 8 hs. diarias, cinco días a la semana, està bien, aunque hay trabajos que ameritan una jornada menor. Si el desgaste físico, mental o emocional es muy elevado, vale la pena considerar las 6 hs. Como lìmite indicado. Claro, sabemos que esto no es fácil y que en el camino del cambio pueden aparecer dos grandes barreras. Una, que muchos jefes no van a querer que trabajes menos. Y dos, que debes persuadirte a tì mismo de que trabajar menos no es signo de debilidad, sino de inteligencia. Frente a lo primero, puedes sortearlo organizando tu labor de tal modo que cumplas tu jornada dedicando el número de horas indicado a las labores difíciles y dejando las demás para actividades sencillas. En cuanto a lo segundo, depende sòlo de tì.

Tres claves para no trabajar en exceso
Para evitar que el trabajo se convierta en una actividad sin fin, que consuma los mejores momentos de tu vida y te arruine la salud, aquí hay tres ideas que puedes aplicar:

*Es mejor ahorrar y trabajar menos. La mayorìa de las veces, cuanto màs ganas, màs gastas. Por eso el dinero jamàs te alcanza. Si decides, en cambio, fomentar el hàbito del ahorro continuado y consistente, puedes sorprenderte de los resultados. Tal vez debes aprender a posponer el gusto por gastar y planificar mejor tu economía.

*Escucha tu cuerpo. Ninguna enfermedad se presenta de manera sùbita, sino que se va cocinando poco a poco y lanza múltiples avisos antes de aparecer. No seas insensible a lo que dice el organismo. Reconoce las señales dela fatiga y préstales atención.

*Reconoce y acepta tus lìmites. La madurez comienza cuando eres capaz de reconocer los lìmites de la realidad, empezando por tus propios lìmites. Tal vez quieres triunfar màs que nadie, pero no puedes hacerlo a cambio de tu salud y tu bienestar. De hecho, si te dedicas con agrado a lo que haces, si pones un “hasta aquí” a tu jornada laboral, tienes mayores probabilidades de alcanzar la excelencia en lo que haces. El dinero, se demore un poco màs, probablemente vendrà después.

Por Edith Sánchez