Los síntomas físicos de la ansiedad pueden confundirse con alguna enfermedad. Sin embargo, detrás del dolor de cabeza persistente, el insomnio o las molestias en la espalda suele estar esta condición psicológica.
Los síntomas físicos de la ansiedad son un claro ejemplo de cómo cuerpo y mente pueden orquestar un vínculo directo claramente doloroso. Las cefaleas que no cesan, el insomnio, las palpitaciones, ese nudo angustiante en el estómago… Las emociones, las preocupaciones y la hiperactivación constante tienen su duro impacto en el cuerpo.
La ansiedad es el vértigo que nos produce la vida, señalaba Søren Kierkegaard. Lo cierto es que es así, nuestra realidad, los entornos en los que nos movemos y la forma en que interpretamos lo que nos sucede nos mantienen en alerta.
No importa tampoco que llevemos miles de años conviviendo con la ansiedad y haciendo de ella nuestro mecanismo básico de supervivencia. En ocasiones, es ella la que nos controla y no a la inversa
A veces, en lugar de actuar en nuestro beneficio dándonos la motivación y la activación necesaria para responder a las demandas de nuestro alrededor, se alza como nuestra peor enemiga. En esos casos en los que esta condición psicológica se convierte en una (mala) compañera de vida, los cambios fisiológicos son muy llamativos.
Síntomas físicos de la ansiedad que debes conocer
Una de las causas que más motiva la visita a los centros de atención primaria es la ansiedad. Este trastorno psicológico puede estar camuflado con ese dolor de espalda que no se va con el paracetamol. También con esa cefalea que no responde a los fármacos o esa taquicardia que en realidad no esconde ningún problema cardíaco detrás por muchas pruebas que nos hagan.
De este modo, estudios como los realizados en el departamento de psiquiatría de la Universidad de Arizona nos señalan que a pesar de la elevada prevalencia de este problema, sigue siendo una de las condiciones psicológicas más descuidadas. No solo no se detecta de manera temprana, sino que a largo plazo tiene también un elevado coste para la salud.
La ansiedad que no se trata puede derivar en depresión, en trastornos de la conducta alimentaria (TCA), en mayor tendencia a las adicciones o a desarrollar, a largo plazo alguna enfermedad. Es decisivo por tanto estar atentos a las características y en especial, a los síntomas físicos de la ansiedad.
Fatiga constante
¿A qué se debe ese cansancio persistente cuando tenemos ansiedad? Esta es una de las sintomatologías más comunes y las que más preocupan. Lo cierto es que es importante recordar que este estado psicológico tiene como objetivo ponernos en alerta. Activarnos para reaccionar y actuar ante una amenaza real o imaginaria.
Hormonas como el cortisol generan una serie de respuestas fisiológicas para facilitar que el cuerpo desencadene dos respuestas: el ataque o la huida.
Esa hiperactivación general mantenida en el tiempo supone un desgaste excesivo de energía para el organismo y de ahí, el cansancio, el dolor…
El sueño alterado
Uno de los síntomas físicos de la ansiedad más desgastante se relaciona con las alteraciones del sueño. No hablamos solo del insomnio.
Por lo general, esta condición psicológica se vincula con muchas más características: problemas para conciliar el descanso, despertares nocturnos, palpitaciones en mitad de la noche, sudoración y a menudo hasta somnolencia diurna.
Los mareos repentinos
Los mareos por ansiedad o los vértigos psicógenos son otra dimensión recurrente en la persona que sufre esta condición.
El origen de esta molesta alteración está muchas veces en la hiperventilación, es decir, en esa respiración más acelerada de la cuenta que termina alterando el nivel de oxígeno en sangre.
Las palpitaciones que nos quitan el aire
La ansiedad continuada, la que no se gestiona y se vuelve crónica tiene serios efectos. Uno de ellos son las palpitaciones debidas a la presencia de hormonas que aceleran el corazón alterando los ritmos cardiacos.
Por otro lado, las arritmias y las taquicardias son efectos que conviene controlar con el médico para descartar posibles enfermedades.
Síntomas físicos de la ansiedad: el molesto dolor de espalda
Es un clásico. Entre los síntomas físicos de la ansiedad rara vez falta el dolor de espalda. La tensión persistente asociada a este estado psicológico tiende a tensar no solo la espalda, sino también los hombros, el cuello, los hombros, los brazos…
El dolor en el pecho
¿Has tenido alguna vez dolor en el pecho por ansiedad? Cuando aparece esta alteración son muchas las personas que acuden al médico para descartar algún problema cardíaco.
Por lo general, el motivo de esta sintomatología tan preocupante reside en el elevado nivel de adrenalina y cortisol, algo que a nivel fisiológico produce una activación excesiva del sistema nervioso autónomo simpático. De ahí las taquicardias, la sensación de ahogo, la presión en el corazón…
Los temblores
Las hormonas que libera el cerebro en situaciones de estrés y ansiedad pueden ocasionar este efecto. Los músculos se tensan en exceso y es muy fácil que sintamos temblores en las manos en el estómago o incluso en los párpados (el clásico tic en los ojos).
El dolor de estómago
Retorcijones, sensación de vacío, quemazón, malas digestiones e incluso vómitos… Las alteraciones en el sistema digestivo son otro de los síntomas físicos de la ansiedad más comunes y debilitantes en el día a día.
Los calambres y hormigueos
Por término medio, los calambres y hormigueos se deben a bajas concentraciones de electrólitos, como el potasio, el magnesio o el calcio en la sangre. No obstante, los trastornos de ansiedad también generan esta sintomatología en muchas personas.
El dolor de cabeza
Las cefaleas tensionales asociadas a los trastornos de ansiedad suelen ser motivo de visita médica. Son además realidades clínicas muy invalidantes.
De este modo, cuando un paciente no experimenta mejoría con los tratamientos farmacológicos clásicos (y no hay problemas de salud orgánicos) siempre es adecuado valorar algún problema psicológico.
La sudoración
La hiperhidrosis o sudoración excesiva es un problema que sufren muchas personas. Bien es cierto que puede estar asociado a otros problemas, sin embargo este es también uno de los síntomas físicos de la ansiedad más comunes también.
El origen de este fenómeno reside en que en esta condición psicológica, las glándulas sudoríparas trabajan en exceso debido a la alteración de las hormonas.
Esto provoca que no solo sudemos por el día, sino que también sea común experimentar por la noche.
Para concluir. Bien es cierto que quien más y quien menos sabe reconocer que tiene un problema de ansiedad. Lo más decisivo no es solo ser consciente de ello, sino buscar ayuda, recibir un buen diagnóstico y manejar ese estado.
Asimismo, ante toda esta sintomatología física, también es decisivo descartar posibles problemas médicos asociados.